El Ashtanga Yoga es una ciencia y una práctica que ha evolucionado durante miles de años y, como cualquier tipo de yoga auténtico, busca alcanzar un estado de mayor conciencia, bienestar, calma y conexión con uno mismo y el mundo en que vivimos. El término ashtanga, que significa “ocho ramas”, indica que hay 8 fases para alcanzar dicho estado, y una de ellas, asana, es por la que empezamos en occidente, esperando que, a medida que alcancemos profundidad en este paso, gradualmente empezaremos a desarrollarnos en los demás. Asanas es lo que comúnmente se conoce como “hacer yoga”, y consiste en la realización de posturas que deben ir coordinadas con una respiración calmada y controlada.
El rasgo que verdaderamente distingue el Ashtanga Yoga de otras variantes practicadas en la actualidad es su sistema único de movimiento y respiración, llamado vinyasa.El movimiento realizado en las secuencias de posturas genera calor y ello, a su vez, produce sudor. El sudor depura y purifica e inicia la liberación de toxinas retenidas dentro de las capas de grasa superficiales del cuerpo. A medida que los alumnos profundizan en esta práctica, las toxinas retenidas en las capas más profundas del tejido muscular y los órganos internos también son liberadas, lo cual favorece que el cuerpo se mantenga sano, tonificado y flexible. Esto tiene un efecto inmediato en el estado mental, que es el auténtico objetivo del yoga.
El Ashtanga Yoga está ayudando a muchas personas de todo el planeta a equilibrar el estrés y las presiones mental, física y espirituales a las que nos somete el mundo moderno en que vivimos. Se puede practicar con cualquier edad y condición física. A diferencia de lo que se suele pensar, ¡no se necesita ser flexible!. Al contrario, las personas menos flexibles son las que obtienen más beneficios físicos.
El Ashtanga Yoga es una práctica que se adapta individualmente a las capacidades y necesidades de cada uno, cuando se enseña correctamente.
